«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta», Romanos 12.1-2.
¿Cómo tener una vida devocional que glorifique a Dios día a día? Lo primero es que Pablo nos invita a que, por las misericordias de nuestro Padre, cada día nos presentemos ante él como sacrificio vivo.
Esto puede llevarse a cabo en las pequeñas cosas y actividades cotidianas. Una vida devocional es un estilo de vida, un hábito, y se cultiva poco a poco mediante una vida de santidad.
Pero el apóstol también nos da una clave: la vida devocional que agrada a Dios empieza por una transformación de nuestro entendimiento. Esta palabra es asombrosa, significa en el griego metamorfosis. La transformación empieza desde nuestro corazón y se extiende a nuestro exterior.
«Una vida de devoción es aquella que está recordando ante el Señor las bendiciones y compasiones en nuestras vidas».
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