La fe, amados, es una virtud suprema en el Nuevo Testamento, junto con el amor y la esperanza (1 Corintios 13.13). Y aunque la Biblia nos dice que el amor es la mayor virtud de entre estas tres, sabemos que sin FE es imposible agradar a Dios (Hebreos 11.6).
La fe es el elemento principal del creyente verdadero. Sabemos que Abrahám creyó a Dios por FE y fue justificado, y también sabemos que todo aquel que cree en Jesucristo como su Señor y Salvador es salvo. De modo que la FE es un elemento principal que está presente en toda la Escritura.
Mucho se ha hablado acerca de la FE durante la historia de la humanidad. El ser humano tiene una inclinación natural a creer en algo y poner su confianza en eso. Y cuando esto ocurre, normalmente el ser humano cree que está teniendo FE cuando en realidad esta simplemente creyendo en algo.
Todo el mundo cree en algo, incluso los ateos creen en algo: en sí mismos. Otros creen en un dios, otros creen en el amor, otros en el dinero, otros en la naturaleza y los animales, otros en Santos o Uribe, etc… Cada religión, cada grupo cultural y cada sociedad esta cimentada sobre la base de CREER en algo.
Y en ocasiones llamaos a la fe creer. Decimos que la fe es creer en algo, tener la certeza y la convicción de lo que no se ve. Pero creer es una capacidad del ser humano que depende de las situaciones. La fe, por otra parte, es un don de Dios y un fruto del Espíritu que no depende de las situaciones, es una confianza total que se apoya en el carácter de Dios.
La fe real nace de una dependencia total en el carácter de Dios, creer nace de una necesidad del ser humano de poner su confianza en algo para no sentirse angustiado. Esa fe real, única y verdadera, depende del carácter de Dios y conoce cómo es Dios.
A.W. Tozer dice, hablando de la Fe:
Es totalmente posible ser un instruido en los rudimentos de la fe y seguir sin tener verdadero entendimiento de lo que se trata. Y es posible seguir adelante hasta llegar a ser experto en doctrina bíblica y no tener iluminación espiritual, con el resultado de que queda un velo sobre la mente, impidiendo aprehender la verdad en su esencia espiritual.
Leemos esta hermosa historia: Jesús sana al Hijo de un Noble – Juan 4.43-54
Este pasaje nos enseña que no debemos limitarnos con creer en Jesús, debemos apoyar nuestra fe en sus atributos. Por ejemplo, si Cristo hace milagros y prodigios, no debemos poner nuestra fe en el milagro y el prodigio, sino en la omnipotencia de Dios. Dios es omnipotente. Y por tanto, como dice Salmos 27:
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Esto es una fe real. Comprender el atributo de Dios y el carácter de Dios para apoyar mi confianza en eso.
Este noble apoyó su fe en el milagro, mientras que el verdadero creyente apoya su fe en la persona de Cristo, y cuando apoya su fe en la persona de Cristo esa fe real se hace viva y conduce a la vida eterna, porque el fin de la fe, amados de Dios, no es obtener un milagro, o todo lo que deseamos aquí en la tierra, sino alcanzar la salvación.
Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 1 pedro 1:9
Aún seguimos esperando ver milagros para creer, aún dependemos de los testimonios de otros para aumentar nuestra fe, aún leemos la Biblia para apoyar nuestras creencias, aún vemos la Palabra de Dios como un manual de instrucciones, pero la Biblia es un camino hacia Dios, un camino hacia sus atributos, un camino hacia la verdadera fe.
Jesús nos llama a tener una fe real que nace de comprender el texto y vivirlo al confiar en los atributos de Dios.
Y esto solo puede suceder cuando el Espíritu Santo ilumina nuestra mente y nuestros sentidos.
Que nuestra fe sea una fe real, puesta en aquel quien fue, quien es y quien será. Pidamos hoy a Dios que aumente nuestra fe en Él.