Por Diana Rendón
Se dice que la oscuridad es la ausencia de luz que se presenta en un espacio, y hay momentos de la vida que parecen inundadas de oscuridad, y en nuestros ojos se perciben, sin visión y sin claridad, las deudas, la incertidumbre del mañana, una enfermedad terminal, una separación, entre otras.
Pero, si la oscuridad significa ausencia de luz, lo que necesitamos es introducir una luz que resplandezca arduamente para que no quede ni un atisbo de oscuridad, y qué mejor Luz que Cristo. EL evangelio de Juan nos dice que Cristo es la luz que nos alumbra en medio de toda oscuridad, que nos muestra la verdad de las cosas; esta luz es la vida, dice este hermoso evangelio en el capítulo 1 versículo 4: “la vida era la luz de los hombres”.
Por ejemplo, en el área científica, se define a la luz como una energía luminosa que se mueve en una velocidad de 182.000 millas por segundo. Se cree que es una onda que, cuando llega a la retina del ojo, nos permite ver las cosas, hace que todo sea visible, así que, si no hay luz, no lograremos ver nada.
Entonces, podríamos afirmar que Jesús es esa onda que llega a la retina de nuestros ojos y nos permiten ver, esa luz que es la vida eterna, el verbo, fuera de Él no hay vida, no hay entendimiento, porque Él aclara todo, Él es la luz en medio de las tinieblas y las vence.
En el libro de Juan dice que las tinieblas no prevalecieron contra la luz, presentándonos una luz que ilumina nuestro mundo espiritual: Jesús.
Por lo tanto, la luz nos permite ver más allá. Por ejemplo, nos permite ver las verdades espirituales para que entendamos la naturaleza misma del salvador, la naturaleza de los creyentes, la verdad de Cristo mismo, y la verdad acerca de Dios. Cuando esa luz brilla aleja a las tinieblas. Es allí cuando debemos recordar que Cristo vence cualquier circunstancia que parece socavar nuestra vida, esas situaciones que atentan contra nuestra paz y tranquilidad, tratando de llenar nuestra fe de desesperanza.
Permitamos que esta Luz eche afuera el temor, venza nuestros miedos y nos permita avanzar apoderándonos en su verdad. Que Cristo alumbre todas las áreas de nuestra vida y podamos ver que siempre hay un propósito detrás de ellas: la voluntad perfecta y agradable de Dios para nuestra vida.
Dios te bendiga.