El cristiano y la guerra

Por Alexander Rondón

A medida que avanzamos en la historia de la humanidad, vemos estados y sociedades que se empeñan en alzarse en armas para luchar contra el mal. Muchos argumentan sobre lo importante de participar en estos actos bélicos e incitan, persuaden e involucran al pueblo de Dios a tomar una postura a favor de estos eventos armados.

El presidente actual de los Estados Unidos Donald Trump, ha estado en las primeras planas de los periódicos y noticieros a nivel mundial por su ataque contra el gobierno de Irán. En algunos de sus discursos ha afirmado que “Dios está de su lado”, muchos le conocen por invitar a la bancada evangélica a orar por él.

Un poco más atrás, en Bolivia Jeanine Áñes, la actual presidente transitoria de este país, entra con una Biblia en la mano afirmando que iban a gobernar porque “su fuerza es Dios”. Mientras que en las calles los policías y militares están respondiendo violentamente a los inconformismos del pueblo a quienes habían dicho no maltratar porque estaban de su lado.

Abarcando un poco más atrás, en Colombia se reaviva la violencia armada. Paramilitares matando a diestra y siniestra al pueblo, donde se observa como la violencia renace.

Esto se da luego de que su presidente actual Iván Duque siguiera con la mentalidad del ex-presidente Álvaro Uribe. Lo particular en este último caso, es que han sido personas que manejan un lenguaje evangélico, visitan iglesias y hacen todo tipo de “maromas” por tener de su lado al pueblo cristiano. Viendo estos y más casos me surge la pregunta: ¿Debe el cristiano estar a favor de la guerra?

Varias veces se argumenta a favor de la guerra citando el Antiguo Testamento, salen a relucir algunos ejemplos como Moisés, los jueces, David, o el mismo Dios para afirmar que está bien participar en la guerra. Y es cierto que el Antiguo Testamento sigue un patrón de autoridad para el cristiano hoy. Sin embargo, parece que se olvida que estos eventos de violencia en el Antiguo Testamento, cumplieron con su propósito en su contexto.

Tenemos el Nuevo Testamento y con este, los relatos de la vida y palabras de Jesús. Una vida de no resistencia, enseñándole a Pedro a no acudir a la espada ofensivamente y entregándose para lo que sería su sacrificio. Enseñanzas de amor al prójimo, donde dejó establecido en el Sermón del Monte (Mateo 5, 6 y 7) una ética estipulada para quienes se consideran discípulos suyos. Jesús vivió entre nosotros y cumplió así el Antiguo Testamento y dio una perspectiva de amor para con los otros seres humanos.

Por lo general, cuando hay guerras, los que llevan las consecuencias no son los altos gobernantes o líderes que quieren más poder. Desafortunadamente, las consecuencias las llevan los menos favorecidos, los que están en el campo de batalla dando la vida por intereses de ciertos inescrupulosos.


El cristiano debe resguardar no los intereses políticos de unos, el cristiano debe resguardar la vida y ayudar a suplir las necesidades de los más necesitados.


Ya lo decía Menno Simons: “nuestra fortaleza es Cristo, nuestra defensa la paciencia, nuestra espada la Palabra de Dios y nuestra victoria es la fe firme y no fingida en Cristo Jesús. Dejamos las espadas y lanzas de acero para aquellos que, ¡oh dolor! consideran a la sangre humana y a la del puerco en el mismo nivel.”

Para concluir, creo que los gobiernos están para que exista orden en la sociedad. Pero más que castigos a los criminales, estos deben abarcar correcciones restitutivas que ayuden a las personas a cambiar sus estilos de vida y mejorar así la sociedad.